Claridad en 2 sentidos.
Claridad de expresión, ser capaz de decir lo que quieres decir.
Claridad evitando la autocensura.
No se cual es más difícil.
La primera es difícil porque el mismo yo y la conciencia están implicados.
La mente se enzarza en sí misma y deviene inexpresable.
No hace falta que hable del budismo etc y como superar este obstáculo.
Pero la segunda es la que me interesa ahora.
¿Porque nos autocensuramos?
Ya sabemos que la verdad es enemigo de la vida social.
De acuerdo.
¿Pero no lo llevamos a un extremo excesivo?
Lo que decimos y lo que hacemos y sobre todo lo que no decimos y lo que no hacemos es más importante de lo que creemos.
Dice Wittgenstein:
"Mentirse a sí mismo acerca de sí mismo, engañarse acerca de cuáles son las verdaderas intenciones de la propia voluntad, es algo que ha de ejercer una influencia dañina en el [propio] estilo; pues el resultado será que no se podrá distinguir qué es verdadero en ese estilo y qué falso...
Si finjo delante de mí mismo, entonces eso es lo que expresa el estilo. Y entonces el estilo no puede ser el mío propio. Si no se está dispuesto a saber lo que se es, entonces lo que se se escribe es una forma de autoengaño"
Ludwig Wittgenstein, Ray Monk, pp 339-340
Escribía a Russell en 1913 desde Noruega:
"¡Cómo voy a ser un lógico si todavía no soy un hombre! Ante todo tengo que aclararme a mí mismo"
Bien.
Wittgenstein relaciona claramente la integridad ética con la posibilidad de escribir buena filosofía.
Y paralelamente sin integridad ética no hay vida decente posible.
(Por cierto todo esto es inexpresable según el primer Wittgenstein)
La cuestión de hacer una filosofía auténtica pues depende de la integridad ética que implica necesariamente evitar el autoengaño.
Pero eso se traslada a cualquier acción o discurso humano.
Cuando no somos veraces en lo que hacemos o en lo que decimos podemos pensar que es puramente algo instrumental, que optamos por el pragmatismo: no molestar, no quebrar el orden social, no hacer daño a alguien etc.
Creemos poder disociar este falso comportamiento de nuestra verdadera intención (que nos reservamos).
Pensamos que uno es exterior, conveniente, pragmático pero nosotros permanecemos aparte, inmaculados.
Pero no es así. Esa concesión al exterior a lo que conviene, a lo que hay que hacer (hacia fuera) nos daña irreparablemente.
No somos 2. Pero nos disociamos irreparablemente.
Desde el instante que hacemos la concesión a la falsedad, al autoengaño vivimos de forma falsa.
Somos unos actores, no somos nosotros mismos.
De ahí esa sensación de irrealidad que aparece cuando tomamos consciencia de este mecanismo.