llegas exhausto, sin aire.
Imagina que llevas muchos años subiendo pero que no llegas a ver la cima,
ni sabes si hay cima,
ni siquiera sabes si vas por el camino correcto,
y no sabes que haces allí jugandote la vida,
ni que pretendes obtener ya,
empezaste a subir por alguna razón ya olvidada
y que nunca importó.
Tu única certeza es el cansancio.
Y una fe ciega en algo remoto, imposible.
Pero claro está el cansancio.
Tiempo atrás leí sobre los que escalan grandes paredes (y muchos mueren).
Los que suben al Eiger,
por la cara norte,
en Invierno.
Es realmente absurdo.
No se me ocurre un acto de pureza superior. Pureza ética.
Como Philippe Petit en 1974 en el World Trade Center.
http://zhuangzi.blogspot.com/2015/12/por-que.html
Ellos ven la cima (depende de la niebla) y tienen un objetivo claro, es verdad.
Pero en la más pura desesperación para ellos ya no hay cima ni logro,
siguen y siguen y muchos mueren,
¿por qué lo hacen? ¿por qué persisten?
No cabe respuesta. No cabe la pregunta.
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Subo una montaña,
no veo cima,
sólo siento cansancio,
hartazgo.
Quizás sea el momento de enfrentarse a la muerte,
cómo el escalador.