Hoy como tantos días el mundo es insufrible. No voy a argumentarlo.
Igual que los antiguos constatamos que el viento del azar nos borra de un plumazo o nos hace sufrir lo indecible. Pero seamos justos a veces el viento nos trae la dicha absoluta e inesperada...
Pero hoy atrapados en una celda cumplimos con nuestro deber. Antes podíamos pensar que eso nos mejoraba o mejoraba el mundo. Pensábamos que escatológicamente íbamos a mejor. (De ahí el obvio paralelo entre el Marxismo y el Cristianismo)
Hoy esto es sencillamente imposible de sostener.
Nadie cree en el fin de los tiempos dónde seremos recompensados. Hoy queremos la recompensa aquí y ahora. No hay un horizonte escatológico ni material ni espiritual.
Nuestro horizonte es la pura nada. Como dice Boix (Metafísica de la pereza) no hay nada que lograr, todo da igual, lo único revolucionarse es dimitir y sentarse a la bartola esperando el fin.
Sabemos, y sinó nos estamos engañando, que encerrados en nuestra celda productiva no logramos nada. Producimos sin saber porque, sabiendo que ciegamente destruimos el mundo que habitamos, que eliminamos la vida, la dicha, casual, improductiva, sin objeto. Nuestra indigencia es suprema hemos perdido la vida para lograr nada. Hemos perdido la libertad pero (como dice Boix) no tenemos lenguaje para expresarlo.
Seamos valientes, improductivos, diletantes. Vivamos
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