El error más grande fue dejar de escribir en papel. Fue en 2005.
Por pereza por miedo al desorden. Yo que sé.
Y claro la inevitable censura/autocensura. Por los que se podían nombrar y no se nombran. Pudor vano. Nadie lee ésto. A nadie le importa.
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Sigo aquí en la tecnociencia. Engrasando la máquina de la onto-teo-tecnologia (parafraseando a Heidegger). (Y capitalismo claro)
Máquina en la que no creo desde 1994. ¿Casual? Nunca se sabe.
Allí convergieron la mística en lo grande/abstracto y en lo pequeño/concreto. (Como se sabe toda dualidad se debe superar).
Y aquí seguimos en el mismo punto. Ahora mercenario conocedor de oscuros sistemas trabajando para oscuros proyectos. Proyectos que no me importan nada.
Si al menos el mercenario fuese rico. Tampoco eso.
Y el mundo se va a pique. Vemos el colapso ecólogico sin mover un dedo. A lo sumo vamos al super con una bolsa reutilizable. Eso sí. Vamos en coche.
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Cómo digo inercia, falta de fe desde 1994.
Ayer me preguntaba. (Cómo tantas veces). ¿Me pasare el resto de mi vida mirando 10 horas a una pantalla? ¿Para qué?
Esa es la pregunta.
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