Seremos engullidos por la nada.
Pero pese a eso pretendemos vivir.
De forma real, no prestada.
Sin limitarnos a seguir los automatismos, la inercia, la vida de otros.
¿Pero cómo hacerlo? ¿Es posible?
El maestro zen nos dice que nos sentemos y respiremos.
Que observemos nuestra mente,
que dejemos pasar los pensamientos, recuerdos, proyecciones,
como las nubes del cielo.
Que fluyamos con el universo.
Nos dirá que no hay método, que no hay camino.
Y también que no hay nada que lograr.
Eso es la iluminación (palabra que nunca usará el maestro).
¿Pero que hacemos nosotros pobres mortales?
Todos (espero) habremos experimentado el goce.
El tiempo suspendido, el yo suspendido.
No se puede perder nada, no se puede ganar nada. Todo está ahí.
En puridad no sucede nada, no le sucede a nadie.
¿Quién goza?