Pienso en Bach,
jugando con las reglas,
construyendo,
creando,
indiferente al tiempo,
al reconocimiento.
Un juego radical,
buscando el hueco,
por el que se cuele el espíritu.
Imagino otras álgebras otros lenguajes. Otros algebristas.
Ese juego de seguir las reglas,
respetandolas,
escrupolosamente.
Si somos valientes, lúcidos, humildes,
dejaremos que el espíritu,
se cuele entre las reglas.
Es la única forma.
¿Importa que álgebra sigamos?
¿Importan las reglas?
Sólo en tanto que seamos capaces de crear.
De que dejemos que lata el espiritu.
Ni el álgebra ni el algebrista importan.